Los masai de Kenia saben cómo conseguir miel. Desde tiempo inmemorial cuentan con la ayuda de los pájaros salvajes. Cuando un masai quiere recolectar miel, se acerca a un ave salvaje y le lanza unos silbidos. Inmediatamente, el ave emprende el vuelo por la sabana seguida por el masai. Cuando llegan cerca del árbol donde está la miel es el ave quien emite unos sonidos característicos para indicar que han llegado. El masai trepa al árbol, recoge la miel y deja un poco para el pájaro.

La leyenda que adorna esta anécdota real dice que si el masai no deja nada de miel, la próxima vez el pájaro le guiará a la cueva de un león…

Desde la más remota antigüedad los humanos y los animales han colaborado juntos. Es el destino de nuestras especies. Esta convivencia estrecha se ha puesto de manifiesto de un modo muy visual en los circos. Incluso los animales llamados “salvajes” conviven con otros artistas y se integran prácticamente como un miembro más en las familias ambulantes. Ha sido así desde generaciones.

Ahora algunos políticos catalanes, jaleados por los grupos animalistas, pretenden acabar con siglos de convivencia bajo la carpa. La prohibición de los animales en el circo es una posibilidad muy real de aquí al 2014, ya hay una proposición de ley en este sentido presentada en el registro del Parlament de Catalunya. ¿Qué motivos se alegan? Evitar la tortura y maltrato animal a través de la prohibición.

Las leyes contemplan ya la protección del bienestar animal en los circos pero ahora se pretende dar un paso más: acabar con la convivencia y colaboración entre humanos y animales; porque de eso y no de otra cosa se trata. Los animales del circo, nacidos en cautividad, tienen un promedio de vida más largo que los animales que viven fuera del circo, están bien alimentados, reciben cuidados veterinarios y tienen el cariño de sus adiestradores. Actúan juntos cinco minutos pero conviven toda una vida.

¿A quién interesa la falsa idea del circo como un lugar de crueldad y tortura animal? Bueno, la verdad es que es muy fácil calumniar al circo. Es el más débil de los sectores que trabajan con animales. ¿Los animalistas y los políticos cerrarán las granjas donde se hacinan animales sin apenas ver la luz del sol, clausurarán zoológicos o exhibiciones de perros, devolverán a la vida salvaje a los caballos de la guardia urbana? No, no lo harán; pero pueden cerrar los circos y privar a las familias que trabajan en ellos de sus compañeros animales.

O tal vez no ocurra así. Tal vez los animalistas y los políticos a la caza de votos se queden con la miel en los labios porque la sociedad civil reaccione y diga basta. Basta de tratarnos como tontos. Ocupaos de los problemas reales y dejad que en el circo humanos y animales sigan conviviendo y que nosotros lo veamos.