Amb aquest article encetem la publicació d’una sèrie d’escrits d’Ernest Vallhonrat, dedicats a recordar el setge de Tarragona de 1811.
En 1810 el único puerto catalán de importancia que no controlaban los franceses era el de Tarragona, plaza fuerte con una numerosa guarnición militar. El mando francés apuesta por su conquista, máximo cuando en ella está la Junta superior del Principado y el Capitán General del Ejército, el marqués de Campoverde.
Don Luis Maria González Torres de Navarra y Castro, VII marqués de Campoverde y conde de Santa Gadea, Teniente General de los Reales Ejércitos y que de forma inesperada sustituyó a Enrique O’Donnell en el mando del ejército en Cataluña, cometió el error de abandonar con su regimiento la ciudad de Tarragona, sitiada por los franceses al mando del general Suchet, no acudiendo después en su socorro, como había prometido. A la vuelta del exilio del rey Fernando VII, en 1814 estuvo en las prisiones de la Inquisición siendo liberado en 1820.
Un dato importante a tener en cuenta es la pertenencia del marqués de Campoverde a la francmasonería que se había introducido en España en el año 1728, después de Inglaterra, Francia e Italia. En la francmasonería se distinguen dos corrientes diferentes por razón del espíritu que las informa y por los métodos empleados: la sajona de carácter altruista y cierta tolerancia religiosa, y la latina, de carácter marcadamente anti-religioso y revolucionario. Con el tiempo se han convertido en una asociación internacional con fines de ayuda mutua entre los miembros, formando una hermandad cerrada, que une la defensa de una ideología nacionalista en política y religión, formando una jerarquía de grados y celebrando reuniones con ciertos ritos. Su apogeo corresponde a principios del siglo XIX.
En el volumen V de
Historia de Catalunya dirigida por Pierre Villar, el historiador Josep Fontana, escribe: “En enero de 1811 caía Tortosa en manos de Suchet, disponiéndose seguidamente a sitiar la ciudad de Tarragona, capital en aquellos momentos del gobierno de Catalunya” (…) “el mando militar pasaba a manos del marqués de Campoverde, que llegó al poder en un extraño alboroto iniciado en Reus por un capellán, el padre Coris, finalizando en Tarragona, por una manifestación de doscientos cincuenta desconocidos, capitaneados por un sacerdote indiscreto, un abogado, un cerrajero y otros cabecillas exaltados, según dice un testimonio de la época. Nombrado en contra de las órdenes que procedían de Cádiz, Campoverde ostentará un poder omnímodo que se fundamenta en el soporte popular (…) Campoverde, pero, acaba su breve historia de mando, abandonando Tarragona con la excusa de ir a buscar refuerzos. La ciudad dejada a sus propias fuerzas, haría una resistencia heroica hasta finales de junio de 1811”.
Paradógicamente, el entonces gobernador civil de Tarragona, Juan González y Castro, hermano del marqués de Campoverde, murió valientemente en la defensa del asalto en el llano de la Catedral por las tropas francesas.
Este año van a cumplirse doscientos años de aquel dramático suceso que vilmente dejó destrozadas y hundidas, vidas, hogares y bienes de la ciudad.
ERNEST VALLHONRAT I LLURBA
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